No vayas a creer que soy un
poeta: me puedes ver cualquier
día medio borracho apostándole
a una carreta y a un pura sangre.
C. Bukowsky
¿Qué importa? Aquí sobra el Whisky. La vida se pone un poco mejor, más lenta, más “manejable”. Las carcajadas duelen, es cierto; a cada nuevo golpe de tabaco da la réplica una risa desdentada… Y nada, es que no tenemos nada. Pero esta mujer que me mira está tan cerca, respira tan fuerte. Un último trago, sólo otro más, eso es todo. Ya casi se olvida uno de qué se está olvidando.
Las manos se confunden, los ruidos son distintos y esto es mío, mi camisa, mi mujer, mi vaso. Un Hemingway afónico y un último trago, sólo otro más, eso es todo.
Respiramos; parece que por primera vez respiramos. Ella tiene la boca helada; la encuentro, no la conozco; la encuentro empapada en alcohol.
Queda la música, queda ¿Cómo saber si aún suena o permanece atrapada en el oído?
Dos cuerpos se confunden, eso es todo. He vuelto a ser un andrógino, soy un gigante; encuentro la piel que me faltaba, manos, piernas, cartílagos desolados. Una botella para rentar por adelantado tres horas en las paradisíacas playas de la incomprensión.
Todo discurre, el cuarto está sudando, nadie habla, queda la música.
Quédate un poco, mira; afuera la noche está esperando para clavarte los colmillos, quédate un poco. Eva, quédate un poco. Un último trago, sólo otro más, eso es todo.
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