-¿Cómo te llamas?- Pregunté a un hombre diminuto y sin piernas que aleteaba sobre mi escritorio.
-Buélco- Contestó.
-Nunca había visto uno- Le dije. -¿Qué haces?-
-Nada, soy un Buélco- Dijo –Los Buélcos no hacemos nada-
-¿Ni siquiera te iluminas como una luciérnaga?- Dije para hacerlo enojar. Pero Buélco, tranquilo me miró y me dijo:
-No ¿y tú?-
Buélco me hace reír. Somos amigos.
-Buélco- Contestó.
-Nunca había visto uno- Le dije. -¿Qué haces?-
-Nada, soy un Buélco- Dijo –Los Buélcos no hacemos nada-
-¿Ni siquiera te iluminas como una luciérnaga?- Dije para hacerlo enojar. Pero Buélco, tranquilo me miró y me dijo:
-No ¿y tú?-
Buélco me hace reír. Somos amigos.
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