Nunca soy yo el que tiene y nunca soy, tampoco,
el que te pierde.
No soy el que tiene permiso de tocarte,
cuando toda la ciudad está mirando,
ni el que tiene que dejarte para seguir dando vueltas,
y apretar el paso.
Soy el que te espera.
el que te guarda,
el que nunca tendrás a la mano.
El que tiene lo que no te hace falta,
el que puede cambiarte por el humo trasnochado
si le da la gana.
El sueño que no soñaste,
el lugar donde nunca llegas
la cama fácil en la que jamás duermes.
Al margen de tu margen, tomo el tren de vuelta
y como siempre llevo tu mirada a cuestas,
no necesito regresar a ninguna parte.
Como no estás, como no vas a estar,
no hace falta decirte que me faltas.
Como no me ves, como no vas a verme,
no te hace falta pedirme que me quede, y tampoco
puedes decidir la hora ni el lugar en el que tengo que marcharme.
Estoy en el único lugar posible,
entre la nada y tu nada,
entre mi siempre y tu nunca,
entre mañana y anoche.
Perdido en el rincón en que no buscas,
a fuerza de no verme estás destinada a mirarme.
En medio del destiempo coincidiremos y entonces…
Entonces nada.
Pero el azar ese día tendrá que jugar su parte.
Mientras tanto te espero,
eres lo único que aún no ha llegado tarde.
Yo no soy éste que te escribe.
Soy el que cambiaría todo, TODO;
por la mitad de lo que no vas a darme.
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