abril 27, 2008

Ella y Él

Manos largas y volcadas en el mantel, ojos cafés, risa divertida, piernas buscando piernas debajo del mantel. Así es ella.

Jeans deslavados y sucios, lentes obscuros, cuello en V, sonrisa a medias, cuatro cigarros para acompañar el café. Así es él.

-¿Se acordará de mis besos?- Se pregunta ella.

-Ojalá que no vea que estoy nervioso.- Piensa él.

-¿Notó que me corté el pelo?- Se pregunta ella.

-Me están temblando las piernas…- Todo está bien mientras no tartamudeé. Piensa él.

-¿En qué estará pensando?- Se pregunta ella.

-Vino super elegante y yo estoy todo mugroso. Ni siquiera me bañé. Piensa él.

-Ella prueba -¿Te acuerdas de la secundaria?-

-Él prueba -Sólo me acuerdo de ti-

-Ella sonríe –Fueron los mejores tiempos-

-Él se acerca –Todo es bueno cuando estoy junto a ti-

-Ella se arriesga –La decisión fue tuya-

-Él se sorprende –Tú sabes que lo hice por ti-

-Ella se arrepiente –No te reprocho nada-

-Él se descubre – Tú me dijiste que te dejara ser feliz-

-Ella se defiende –Tú sabías que quería ser feliz contigo-

-Él se entristece –Yo nunca te supe hacer feliz-

La soledad le ha quemado los párpados, ha pasado noches heladas buscándola en el colchón, ha mirado con nostalgia su retrato, nada es lo mismo desde que ella se le perdió.
El tiempo perdido le cayó encima, ahora lee más seguido las cartas que cuando él se las mandó. No se puede olvidar lo que nunca se recuerda, ahora que lo mira sabe cuánto lo extrañó.

-Ella intenta de nuevo –Todavía tenemos tiempo-

-Él rechaza –Tu tiempo siempre fue diferente al mío-

-Ella insiste –Tú decidiste por mí-

-Él se duele –Yo sólo te dije lo que querías oír-

-Ella pone el dedo en la herida –Nunca fui suficiente para ti-

-Él ataca –¿Por eso te casaste con ese pendejo?-

-Ella llora –Yo creí que era lo mejor para ti-

-Él se desangra –¡No me vengas con eso ahora!-

-Ella grita -¡Te juro que todo lo hice por ti!-

-Él agoniza –Tú me dijiste que te dejara ser feliz-

Él ya no puede rescatarla, ya no tiene contra quién pelear. Él está cansado y solo tiene miedo de verla, ya no puede volver atrás.

Ella ya no quiere olvidarlo, el tiempo perdido le ha caído sobre la espalda. Ella está arrepentida y sola, tiene miedo de verlo, ya no puede volver atrás.

-¿Todavía me quiere?- Se pregunta ella.

-¡Carajo! ¿Por qué le grité?p Piensa él.

-¿Es demasiado tarde?- Se pregunta ella.

-Bueno, por lo menos no tartamudeé.- Piensa él.

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