abril 27, 2008

Cosas pequeñas


-Mira- Dijo Buélco tendido sobre su espalda y recargando la cabeza en un portaretratos de mi escritorio.

-Hace mucho tiempo, en su cueva, debajo de la tierra, vivía un Premuss, que es lo mismo que un Muss pero más chiquito (explicaba Buélco con naturalidad). Este Premuss se sentía muy solo, porque de verdad estaba muy solo. Comía minerales, raíces y otras cosas de la tierra, y aunque tenía buenas acuarelas, en realidad, su verdadera vocación era la escultura. Con un martillo de piedra y un cincel de paja, el Premuss moldeaba estatuas de lodo… ¿Nunca has visto la escultura del Muss guerrero en el museo del parque?- Preguntó Buélco.

No- Contesté.

-Bueno pues él la hizo- Dijo Buélco sacando de la bolsa de su camisa un pedazo de almendra.

-¡Imagínate!- Dijo soplando sobre la almendra. –Un Premuss sólo mide cinco centímetros y la estatua del Muss guerrero mide casi veintiocho… El asunto es que el Premuss escultor se sentía de verdad solo, su cueva era húmeda, el sol no la tocaba nunca y el Premuss tenía que quitarse todas las mañanas el musgo que se le impregnaba en la piel. Nadie quería vivir con él en esas condiciones, pero el Premuss estaba decidido a no abandonar la cueva, así que juntó mucho lodo que fabricó con sus propias lágrimas, tomo el martillo y la paja, y se puso a darle forma a una Píntra de lodo. (Es sabido por cualquiera, que las Píntras son las mujeres que vuelven locos a los Premusses, aunque casi nunca las tienen, ya que ellas están siempre enamoradas de los Musses que son más grandes y tontos).
La Píntra hecha de las lágrimas del Premuss cobró forma, él la miró enamorado y dijo. “¡Soy el Premuss más grande de la tierra! He creado una Píntra perfecta y silenciosa, soy muy feliz”. Dijo. “Y lo demás…Dijo citando a Augusto Monterroso (los Premusses admiran profundamente a Monterroso) -es silencio”. Dijo cubriéndose de lodo todo el cuerpo y fabricándose su propia estatua ecuestre.
El asunto es que después de muchos años, el reino de los Musses cayó a manos de gigantes mitológicos llamados caracoles y hormigas rojas. Un tal Atila, cortó la cabeza del Muss rey y la colgó en la plaza junto a las margaritas, después inundó la ciudad con no sé qué tecnología nuclear de mangueras he irrigadores. La estatua del Premuss y de la Píntra sucumbieron ante los ríos de gotas. Pero ahora, en la parte sur del jardín, justo donde estaba la cueva del Premuss, nacen en invierno plantas raras… Unas color mar se llaman Píntras y otras, parecidas al musgo pero azules, se llaman Premuss, son tan pequeñas que a veces se confunden con la luna-
Dijo Buélco, mientras mordía su último pedazo de almendra.

-¿Y?- Dije haciendo un esfuerzo real por no caer dormido sobre el escritorio.

-Nada- Dijo Buélco. –Que a veces cuando voy a jugar entre las Píntras, pienso que la vida es tan pequeña que sólo un Premuss podría caber en ella- Dijo. Y se llevó cargando con mucho trabajo una almendra grande en una mano mientras daba saltos pequeños con la otra…

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