No sé si se pueda extrañar a Buélco, hace ya muchos días que no está.
No quiero pensar que esté en la calle; la calle no es lugar para los Buélcos…
Me aflige imaginarlo usando corbatas rojas, sellando pasaportes o corriendo bolsas.
Busco en vano “Buélco”, en el directorio. Nadie lo conoce en la información telefónica y una señorita se ha reído en mi cara y me ha dicho que: “perder un Buélco no es ninguna emergencia”.
No le pedí a Buélco su número celular. -¡Pero si es lo primero que hay que hacer!- Me reprocho en voz alta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario